jueves, 3 de octubre de 2019



SER DOCENTE
Ser docente es algo muy sublime, y significa ir más allá de ser un trasmisor de información, un facilitador del aprendizaje y, en algunos casos, creador de planificaciones sin contexto.

Educar es alumbrar personas autónomas, libres y solidarias.

Es ofrecer los ojos propios para que los alumnos puedan mirar la realidad sin miedo.
Ser docente no implica sólo dictar horas de clases, sino dedicar alma. Exige no sólo ocupación, sino vocación de servicio. El genuino educador se esfuerza por ser un verdadero amigo de sus alumnos, ya que estos son personas, con su propio mundo intelectual y emocional. Es necesario cooperar con ellos para que hagan el mejor uso de sus posibilidades y potencialidades.

Ser docente es ser un estilista de almas, un embellecedor de vidas, que tiene una irrenunciable misión de partero del espíritu y de la personalidad. Es alguien que entiende y asume trascendencia de su misión, consciente de que no se agota de impartir conocimientos o propiciar el desarrollo de habilidades y destrezas, sino que se dirige a formar personas, a enseñar a vivir con autenticidad, sentido y proyectos, con valores definidos, con realidades, incógnitas y esperanzas.

Ser docente consiste en brindar vuelos de alturas, sembrar utopía, estar siempre abiertos a la aventura de lo desconocido, al riesgo de las cumbres; ser exploradores de nuevos horizontes y mundos más humanos construidos más allá de los gritos y de la impaciencia.

Ser docente es ofrecer una varita mágica a los niños y las niñas para que puedan volar con sus fantasías, recorrer los caminos de la imaginación, visitar estrellas y países encantados, hablar con mariposas y tulipanes, descubrir horizontes insospechados y descansar con el pecho de la luna.
Ser docente es guiar a los alumnos a la maduración de una fe. El educador creyente deberá reflejar su fe en su propia vida. Por eso, dentro de sus limitaciones, tratará de caminar siempre al lado de sus alumnos, dispuesto a atenderles con especial cariño y dedicación, sobre todo cuando estén en serios problemas y dificultades. Que los alumnos sientan que siempre podrán contar con su ayuda y comprensión y nunca estarán solos.

Ser docente es más que inculcar respuestas e imponer repeticiones, conceptos, fórmulas y datos; es orientar a los alumnos en la creación y el descubrimiento que surgen de interrogar la realidad de cada día y de interrogarse permanentemente. Es formar individuos críticos, libres, democráticos, innovadores, trabajadores y con sentimientos nobles Ser docente no es ser un buscador de faltas, ni descalificador de los demás ni un ciego que da palos a diestras y siniestras... Es ser una persona estudiosa, paciente, serena interiormente y amante de la profesión docente.



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