SER DOCENTE
Ser
docente es algo muy sublime, y significa ir más allá de ser un trasmisor de
información, un facilitador del aprendizaje y, en algunos casos, creador de
planificaciones sin contexto.
Educar
es alumbrar personas autónomas, libres y solidarias.
Es
ofrecer los ojos propios para que los alumnos puedan mirar la realidad sin
miedo.
Ser
docente no implica sólo dictar horas de clases, sino dedicar alma. Exige no
sólo ocupación, sino vocación de servicio. El genuino educador se esfuerza por
ser un verdadero amigo de sus alumnos, ya que estos son personas, con su propio
mundo intelectual y emocional. Es necesario cooperar con ellos para que hagan
el mejor uso de sus posibilidades y potencialidades.
Ser
docente es ser un estilista de almas, un embellecedor de vidas, que tiene una
irrenunciable misión de partero del espíritu y de la personalidad. Es alguien
que entiende y asume trascendencia de su misión, consciente de que no se agota
de impartir conocimientos o propiciar el desarrollo de habilidades y destrezas,
sino que se dirige a formar personas, a enseñar a vivir con autenticidad,
sentido y proyectos, con valores definidos, con realidades, incógnitas y
esperanzas.
Ser
docente consiste en brindar vuelos de alturas, sembrar utopía, estar siempre
abiertos a la aventura de lo desconocido, al riesgo de las cumbres; ser
exploradores de nuevos horizontes y mundos más humanos construidos más allá de
los gritos y de la impaciencia.
Ser
docente es ofrecer una varita mágica a los niños y las niñas para que puedan
volar con sus fantasías, recorrer los caminos de la imaginación, visitar
estrellas y países encantados, hablar con mariposas y tulipanes, descubrir
horizontes insospechados y descansar con el pecho de la luna.
Ser
docente es guiar a los alumnos a la maduración de una fe. El educador creyente
deberá reflejar su fe en su propia vida. Por eso, dentro de sus limitaciones,
tratará de caminar siempre al lado de sus alumnos, dispuesto a atenderles con
especial cariño y dedicación, sobre todo cuando estén en serios problemas y
dificultades. Que los alumnos sientan que siempre podrán contar con su ayuda y
comprensión y nunca estarán solos.
Ser
docente es más que inculcar respuestas e imponer repeticiones, conceptos,
fórmulas y datos; es orientar a los alumnos en la creación y el descubrimiento
que surgen de interrogar la realidad de cada día y de interrogarse
permanentemente. Es formar individuos críticos, libres, democráticos, innovadores,
trabajadores y con sentimientos nobles Ser docente no es ser un buscador de
faltas, ni descalificador de los demás ni un ciego que da palos a diestras y
siniestras... Es ser una persona estudiosa, paciente, serena interiormente y
amante de la profesión docente.
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